::Pablo Picasso::
Gernika
Autor: Pablo Picasso
Tipo de obra: Óleo sobre tela. (3,50 x 7,77 m.).
Estilo: Época post-cubista. Surrealismo, Expresionismo
Cronología: 1937
Localización geográfica: Museo Reina Sofía, Madrid..
Descripción y análisis de la obra: Picasso evita cualquier referencia específica al lugar de la tragedia, al agresor, al trasfondo político en el que se desarrolla o a los modernos métodos de guerra. Picasso, al mostrar el trasfondo de las inocentes víctimas de cualquier guerra, apuntala su dolor sobre los sufrimientos de los no combatientes. Este mural se conviene en la alegoría antibelicista por excelencia. Picasso se negó a explicar el simbolismo de las figuras del Gernika. Un viento impetuoso que corre de derecha a izquierda arrastra a las figuras del cuadro. Una mujer, atrapada en una estructura en llamas, levanta angustiosamente los brazos al aire. Otras dos figuras femeninas se lanzan al centro de la tragedia como empujadas por un destino de locura. Un caballo -su cuerpo está compuesto por un collage- atravesado por una lanza descarga un grito de muerte. Por encima aparece la luz de una bombilla y la mano de la mujer que sostiene una lámpara. Tradicionalmente simbolizarían la luz de la razón, pero ahora en su inutilidad nos muestran lo absurdo del progreso de este siglo. Debajo se esparcen por el suelo fragmentos de un hombre que sostiene en su mano una espada rota y una flor, epílogo de la visión vicioriosa del caballo cabalgando por encima de un muerto, tan típica en el arte occidental. La impasibilidad del toro con su inquietante mirada revela la ambivalencia de una figura tratada siempre como agresor que ahora posee también connotaciones de víctima.
Finalmente. el desesperado gesto convulso de la mujer en el suelo, con un niño -el futuro- muerto en sus brazos, que muestra sus dientes en un inútil e impotente grito. Parece como si Picasso hubiera convocado aquí a todos sus fantasmas para pasar revista, una última revista, al infierno actualizado. Imagen postrera, resumen y panorámica final del horror real. Lo que grita no tiene género, se halla en el fondo mismo de los miedos de los hombres y mujeres de nuestro siglo.
Aspectos técnicos y estilísticos: El cubismo busca nuevos canones universales de belleza acordes con la sensibilidad del siglo XX. Todas las esperanzas que los ariisias habían depositado en la sociedad industrial y sus logros quedan hechas añicos con el estallido de la Primera Guerra Mundial. En los años veinte y treinta Picasso aborda una serie de obras bajo la influencia del surrealismo y de la antigua mitología griega readaptada al coniexto mediterráneo del siglo. Con ello introduce una serie de personajes deformes que manifiestan tanto el despliegue de una desbocada sensualidad como la inutilidad de una conducta racional ante el empuje ascendente del fascismo.
Algunos digbujos suyos confeccionados con la técnica del aguafuerte, como la Minotauromaquia, son un claro exponente del despliegue de este mundo de fantasias en una imagen surrealista. Algunas figuras, en las que se entremezclan aspectos fantásticos, eróticos y violentos, se repiten obsesivamente. Por aquel entonces estalla la guerra civil española, y duranle la contienda Guernika. una localidad vasca, es bombardeada por la aviación nazi. Este acontecimiento actúa de detonador moral para que Picasso aborde el encargo de realizar un inmenso mural para el Pabellón español de la Exposición Iniernacional de París de 1937. Aunque directamente inspirado en un hecho histórico específico,
el Gernika culminará el proceso de creación iconográfica picassiaria de los años treinta en tomo a la brutalidad y la irracionalidad de la humanidad.
Biografía: Pablo Ruiz Picasso (Málaga, 1881-Mougins, Francia, 1973) es hijo de un pintor, profesor de la Escuela de Bellas Artes de Málaga, trasladado a La Coruña y Barcelona en los años 1891 y 1895, respectivamente.
Picasso comienza a dibujar desde pequeño. En La Coruña pinta al óleo, sobre todo retratos que ponen de relieve una precoz madurez. En un viaje a Madrid —estando ya su familia afincada en Barcelona— visita el Museo del Prado y la Academia de San Fernando. De estos centros le interesan de forma especial las obras de Velázquez y El Greco. En Barcelona se incorpora al círculo modernista regido por Ramón Casas y Santiago Rusiñol, y frecuenta la cervecería Els Quatre Gats, para la cual diseña un menú. Viaja a París por primera vez en octubre de 1900 en compañía de su amigo Casagemas, y se instala primero en Montparnasse y después en el estudio que deja libre Nonell por su regreso a Barcelona.
En 1904 se instala definitivamente en Francia. A partir de ese momento se inicia el denominado período rosa por la preeminencia de ese color en los cuadros, en particular en la serie Los saltimbanquis, dedicada a la gente del circo. Por sus telas desfilan arlequines, pierrots, equilibristas, etc., que representa no como seres reales, sino como arquetipos de la comedia del arte y de la bohemia. En 1906, conoce a Henri Matisse, quien le inculca la afición por la escultura negra que tanto influye en su obra de los siguientes años.
En los años 1907 a 1909 se establecen las bases para las fases posteriores del cubismo. Son protagonistas indiscutibles de este período el pintor francés Georges Braque y Picasso. El cuadro Les demoiselles d’Avignon representa una ruptura con relación al arte anterior, en la cual Picasso va más lejos que sus contemporáneos y maestros en el nuevo tratamiento del espacio y en la forma de presentar la realidad. En 1909 realiza un viaje a Horta de Ebro, donde lleva a cabo una serie de obras en las que desaparece el elemento primitivo para dar paso a la estructuración a base de elementos geométricos, que le lleva al cubismo analítico.
Picasso y Braque se muestran los resultados de sus investigaciones y descubren que están trabajando en un objetivo común. Ambos comienzan entonces a investigar sobre la forma geométrica en direcciones distintas de las de sus inicios; Picasso busca realzar las figuras, casi escultóricas, con la utilización de la perspectiva, mientras que Braque diluye la misma y la hace cada vez más ambigua. Este esfuerzo de trabajo conjunto les conduce al cubismo analítico. Se desarrolla entre los años 1909 y 1912.
En 1911, Braque introduce letras y números en el cuadro El portugués, elementos nuevos que tienen el valor de asociar las ideas y que tienen un papel estabilizador. La tela pasa a ser un objeto que se anima en virtud de las relaciones que se establecen entre ella y objetos determinados. Junto a esta obra se ha de considerar El acordeonista de Picasso. El nacimiento del collage es inminente. En 1912, Picasso añade a un cuadro que ya tiene pintado un trozo de hule sobreimpreso con un diseño de rejilla de silla; el resultado es la obra Naturaleza muerta con silla de rejilla. Introduce un elemento real que tiene sobre él otra realidad pintada. La utilización de los papeles pegados se revela como un paso más en la evolución del cubismo. Poco después, Braque empieza a usar materiales atípicos en el arte, como arena, serrín, limaduras de metal, etc.
Tras un largo período dedicados a experimentar nuevas técnicas, entre ellas amplios contactos con los surrealistas y varias escuelas de vanguardias, llega la República a España y Picasso vuelve a su particular visión del surrealismo. El Guernica supone un paréntesis en su producción, mezcla de estilos y tendencias, de figuración y abstracción, de denuncia política y crítica a los totalitarismos agresivos. Después de la guerra, dedicarse a una reflexión sobre grandes obras de otros autores, que da origen a una producción ingente, de la que destacan, entre otras, las series Le déjeuner sur l’herbe, Las meninas y Mujeres de Argel. En ellas mezcla el pasado y el presente para dejar abierto el camino a la libertad de ejecución.
La vitalidad creadora de Picasso continuó, después de la guerra, en muy diferentes campos: la escultura, la cerámica, el grabado y, naturalmente la pintura. En este último, Picasso desarrolló una profunda reflexión de su propia obra y de la de otros artistas. Surgirán así las numerosas versiones de «El pintor y la modelo», uno de los temas que le obsesionaron en sus últimos años, o las interpretaciones de Mujeres de Argel, 1955, sobre un cuadro de Delacroix, Comida en el campo, de Manet, 1960, El rapto de la Sabinas, de David, 1962, y la gran serie de cincuenta y ocho pinturas dedicadas a Las Meninas, de Velázquez, 1957, verdaderas variaciones sobre la imagen velazqueña. De sus obras finales hay que destacar el Autorretrato, de 1972, realizado un año antes de su muerte, acontecida el 8 de abril de 1973.