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martes, abril 11, 2006

Cae el CPE gracias a la lucha en la calle

Tres meses de movilización en los centros de estudio, en los lugares de trabajo y en la calle. Ese ha sido el esfuerzo requerido para obligar al Gobierno francés a retirar su contrato-basura. 85 días de manifestaciones, asambleas, paros, bloqueos han dado como fruto el abandono del Contrato de Primer Empleo (CPE), llamado a ser el proyecto-amuleto de Dominique de Villepin.

Ese modelo de contrato, que permitía el despido no razonado de trabajadores de menos de 26 años de edad, fue presentado el pasado 15 de enero, bajo el argumento de corregir las cifras del desempleo, que en el caso de los jóvenes se sitúan por encima del 20%, particularmente en las llamadas zonas sosensibles, eufemismo de barrios marginales. Afectado todavía por la crisis de noviembre de 2005, en que la llama social prendió en numerosas banlieue, De Villepin planteó esa propuesta de contrato de inserción sin derechos como un medio para mejorar la entrada en el mercado de los menos favorecidos.

Ocurre, sin embargo, que los contratos ya existentes para ese mismo fin (CJE, Civis...) se han demostrado bastante ineficaces a la hora de franquear la barrera de los prejuicios. De hecho, esos contratos son la puerta de entrada, pero también muchas veces la de posterior salida del mercado laboral para miles de jóvenes, a los que su origen, raza y lugar de residencia pesan como una losa a la hora de obtener un trabajo digno. Incapaces de afrontar esa cuestión de fondo, los sucesivos gobiernos franceses han inventado mil y una modalidades de inserción laboral, y tras la retirada del CPE, se anuncia ya un nuevo plan que tomaría como base los modelos ya existentes. Una propuesta con la que enjuagar el mal sabor de boca que deja la derrota. En cuestión de semanas, desde Matignon se hará público ese otro plan, que primará a los empresarios que empleen a jóvenes sin titulación y ampliará la oferta de cursos de capacitación.

Ese plan puede servir para hacer sacar la cabeza, al menos de momento, al centro-derecha, aunque no podrá ocultar que la presión continuada en la calle ­que se ha saldado con centenares de detenidos y varios heridos­ ha sido clave para hacer retroceder en sus planes a todo un Gobierno. En estos tiempos de precariedad en los que, sin embargo, se trata de estigmatizar la lucha como «un método del pasado» y de suplantar el derecho a la huelga por el derecho del usuario-consumidor, la batalla ganada contra el CPE ofrece interesantes lecciones. -


Gara-ren gaurko editoriala.