Porque viajar no es sólo montarse en un avión, tren o en tus propias piernas y marcharse, recordamos hoy a l@s que se han visto obligad@s a viajar en busca de aire puro y libertad. El Lute dijo una vez que “la primera obligación de todo preso es intentar escaparse” y no le faltaba razón, cuando el ser humano se ha visto encerrado, privado de 
su libertad, siempre ha multiplicado su ingenio para buscar la forma de escapar. Desde Espartaco a Sarrionandia, a lo largo de la historia muchos han sido los que han protagonizado exitosas fugas, en ocasiones auténticas obras de arte.
Veamos algunas escapadas memorables y algunos prisioneros de leyenda; Viajeros sin retorno.
La pena más antigua de la humanidad es la privación de libertad. Así se castigaba a los delincuentes pero también a muchos 
inocentes. La esclavitud fue una de las características de las sociedades antiguas y una parte muy importante de la economía
La fuga más famosa de la antigüedad fue la de Espartaco, el esclavo de origen tracio que puso en jaque a la república romana. Tras desertar de las tropas auxiliares romanas fue condenado a trabajos forzados en una mina de yeso en donde fue comprado por un rico mercader para llevarlo a la escuela de gladiadores de Capua. Las fuentes que hablan de este personaje inciden en que era un hombre fuerte pero también inteligente, culto y justo. Junto a sus compañeros esclavos que eran obligados a pelear a muerte entre sí para divertimento romano, idearon un plan de huída que evolucionó hasta un plan de rebelión.
Alzados los esclavos gladiadores no tuvieron mayor problema para escapar de esa escuela prisión y se instalaron en la cima del Vesubio. Su ejemplo fue seguido por cientos de miles de esclavos que escaparon y se unieron a él formando un ejército de casi 100.000 huidos que se enfrentaron a las legiones romanas con el triste final por todos conocido.
No hay duda de que, desde la Antiguedad existieron innumerables personajes que consiguieron escapar de sus captores. Por ejemplo son numerosas las anécdotas que en occidente se conocen de las cruzados que consiguieron escapar de los musulmanes y viceversa pero la falta de documentación hace que hasta bien entrado el siglo XVI no se tenga constancia de fugitivos con nombres y apellidos y con detalles precisos.
Antonio Pérez fue el secretario de Felipe II y tras varias conspiraciones fue encarcelado 
acusado de traición. En 1590 logró escapar de la prisión de Pinto vestido con las ropas de su mujer y se refugió en Aragón. Felipe II engrasó su maquinaria de guerra y mandó hasta Zaragoza 12.000 soldados que aplastaran todos los apoyos y simpatías que pudiera tener, pero la fortuna sonrió a este secretario conspirador y escapó a Francia y luego a Inglaterra . Otro cautivo famoso fue Cervantes que estuvo cautivo en Argel durante cinco años e intentó escapar en cuatro ocasiones pero ninguna con éxito. Y Giacomo Casanova es conocido tanto por sus correrías como por su arte para escapar de cualquiera que lo retuviera, desde maridos despechados hasta la propia inquisición.
La ficción literaria nos ha dejado también grandes héroes que se hicieron famosos
gracias a sus escapadas. Edmond Dantés El Conde de Montecristo es tan famoso por ser terriblemente vengativo como por tramar la más original historia de una fuga. Víctima de las envidias de un amigo de juventud es acusado de conspirar y apoyar a Napoleón Bonaparte para forzar su vuelta a Francia. Es encarcelado en la fortaleza de If en donde conoce a otro preso; el abate Faria quien le instruye en las más diversas artes, desde la literatura y filosofía hasta la esgrima. En el lecho de muerte, el viejo le confía el secreto del paradero de un inmenso tesoro. Una vez sin vida, Dantés saca el cuerpo del viejo de su mortaja y se mete él haciéndose pasar por el difunto así que los guardias lo cargan y lo tiran al mar. Así consiguió su libertad y fue en busca de aquel tesoro que le ayudará a vengarse de los que le metieron en la cárcel.
Las fortalezas supuestamente inexpugnables ayudaron a aumentar la leyenda de los prisioneros que lograron escapar de esas cárceles. La Torre de Londres, la Bastilla parisina, el Mont Saint-Michel o las mismas islas Chafarinas fueron escenarios de encarcelamientos, de motines políticos, y como no, de fugas. El castillo de Colditz en Alemania sería uno de esos presidios tan odiados como famosos. Fue habilitado como cárcel en la Iª Guerra Mundial y en la IIª las SS utilizaron este castillo como prisión de alta seguridad. Muchos fueron los aliados que intentaron escapar de esta fortaleza y pocos los que lo consiguieron. Después de haber escavado túneles, esconderse en colchones, y de escurrirse por la ventana con cuerdas de sábanas, los presos fabricaron un aereoplano con tablillas de sus literas que sólo pesaba 120 kg y que escondían en el techo de la capilla con una pared falsa. El intento de saltar y de hacerlo volar con un sistema de poleas impulsado por una bañera llena de hormigón no fue necesario pues la guerra terminó al tiempo.
En esa misma guerra se dio otra fuga que ha sido inmortalizada por el cine; la fuga del
campo de prisioneros Stalag Luft III. La película “La gran evasión” inmortalizó la hazaña de los prisioneros aliados que protagonizaron una fuga en masa. Mediante un largo tunel planearon la huida de unos doscientos prisioneros aunque finalmente sólo pudieron cruzarlo 76 personas. La mayoría fue de nuevo apresada y muchos de ellos ejecutados, uno de los supervivientes, Jimmy James fue el que inspiró el papel de Steve McQueen. Pero la historia de ese campo no terminó con ese intento medio fallido. Otros prisioneros idearon la táctica del “caballo de troya“; llevaban todas las mañanas una caja de madera hasta la valla supuestamente para hacer gimnasia mientras 
tres personas cavaban escondidos dentro de la caja.
Seguimos este repaso a fortalezas y fugitivos con el buque insignia de las cárceles norteamericanas; Alcatraz. Esta prisión situada en una islita de la bahía de San Francisco fue morada de prisioneros tan famosos como Al Capone. Muchas han sido las
intentonas de escapada pero tan sólo triunfó el plan de fuga de Frank Lee Morris y los hermanos Anglin. Morris, inmortalizado por Clint Eastwood, escavó un tunel con una cuchara bajo el lavabo de su celda y fabricaron cabezas de pega a base de migas de pan y pelo real. Lograron escapar y nunca más se supo de ellos.
Nos quedamos ahora con una fuga de esas que terminan por convertirse en leyenda. Ocurrió en la cárcel de Martutene el día de San Fermín de 1985. Imanol daba un concierto en la prisión y dos presos aprovecharon la ocasión para meterse en dos altavoces, cuando después del concierto los operarios recogieron los bártulos y los caragaron en el camión, Piti y Sarri respiraron por fin aire libre. Joseba Sarrionandia (Sarri) en paradero desconocido, pese a que los supuestos delitos hayan prescrito, se las arregla para publicar asiduamente sus obras puesto que es considerado uno de los mejores poetas euskaldunes actuales.
Tenía esto bastante abandonado, pero he visto este texto y me parece que está bastante interesante.
