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viernes, julio 28, 2006

Usted puede ser bombardeado por el mundo libre

x La Felguera

Acción callejera y colectiva: un equipo de La Felguera advierte que los pilotos de Israel "nunca se equivocan" y marca en Madrid con una gran "X" aquellas zonas sensibles a su destrucción. Cartel, manifiesto "Usted puede ser bombardeado por el mundo libre" y fotografías de la acción. Llamamiento a que distintos colectivos y grupos del estado se sumen a la campaña y visualizen la barbarie en sus respectivas ciudades.

La alta política, la única capaz de ser propietaria legal de las formas y trucos propios de los bajos fondos, está logrando su propósito. Más temprano que tarde asistiremos al espectáculo del olvido, de la inexistencia del pasado, de aquello que algunos reconocieron como el indagar las causas y sus razones. Conocer, conocernos. En las pocas ocasiones en que se invoca la exposición de las razones para una atrocidad mayúscula surge la incuestionable verdad de la carne rasgada. Los muertos se muestran para mantener al público en silencio, incapaz de articular discurso disidente alguno a riesgo de ser tachado de “amigo de nuestros enemigos”. Así, el villano es presentado como aquél vecino que se ve obligado a matar a cañonazos al osado que ha cruzado la valla de su jardín. Razones de defensa. Pero esa defensa, por supuesto, no deja de ser un vago eufemismo.

Hoy, la agresión contra un pueblo como el libanés o el palestino persigue la destrucción total, la “solución final” y la instauración (con o sin consenso internacional) de una política exterior basada en el miedo más abyecto. Nunca el terrorismo fue tan eficaz, sobre todo cuando el terrorista es un gobierno democrático y del “mundo libre”. Mientras tanto, la diplomacia y la comunidad internacional ha sido y es cómplice de la barbarie, en tanto que no condena tajantemente la agresión militar de estos días y los crímenes de guerra implícitos a ésta. El propio gobierno español, junto con buena parte del izquierdismo y de los fósiles del estalinismo reconvertidos a buenos ciudadanos, ha condenado las matanzas por ser “desproporcionadas”. Un misil es algo justo pero ocho ya no. El camino escogido resulta grotesco y responde al intento por hacer algo para, en realidad, no hacer nada, pero que representa, eso sí, que se hace algo. Esa timidez es sinónimo del respeto al padre, a la democracia, a un lenguaje ajeno a esos terribles chicos malos que luchan por una causa, en definitiva, de ser fiel correa transmisora (aunque de vez en cuando broten cortocircuitos temporales) del tándem Estados Unidos-Israel.

Si hace bien poco asistiamos a la política de Israel de tierra quemada en donde decenas de bulldozers derribaban las casas e infraestructuras del ocupante judio que era obligado a abandonar esas tierras, ahora es el turno de destruir a aquellos vecinos tan caricaturizados como deshumanizados por la prensa y el gobierno sionista. Para ellos, sin lugar a dudas, ya no son ni tan siquiera humanos, son monstruos. A estas alturas, a casi nadie se le escapa que el intento por liberar a aquellos dos convencidos soldados fue lo que menos importó. Una operación militar de este calibre resulta imposibe de preparar en un par de días o de improvisar sobre la marcha. Tras unas elecciones en las que Hamas salió triunfante y Hezbolá consolidó su influencia en el Líbano, había que sabotear aquel gobierno y conducir a los palestinos al canibalismo, el enfrentamiento fraticida y a demostrar ante todos, y sobre todo, la ineficaz gestión del autogobierno palestino. En el fondo el objetivo es ambicioso y no conduce tanto a controlar un territorio (Líbano) como a modificar por la más brutal violencia la distribución de poder existente y la correlación de fuerzas. La clave nos la daba hace poco un alto responsable del Pentágono -aún y a pesar de referirise no a Palestina sino a Irán-, para quien la Casa Blanca estimaba que “el único modo de resolver el problema es cambiar la estructura de poder en Irán, y eso significa una guerra” (Le Monde Diplomatique,nº129, julio).

¿Qué hacer? La mejor alternativa posible parece residir en la menos probable: la masiva resistencia civil de los propios ciudadanos israelíes ante su propio gobierno. Pero esto es bastante improbable, sobre todo cuando comprobamos el alineamiento de los sectores supuestamente pacifistas de esa sociedad. De este modo, el escritor Amos Oz es capaz de señalar que “Israel está defendiéndose del acoso y el bombardeo diario de docenas de nuestros pueblos y ciudades y, para ello, está intentando aplastar a Hezbolá en sus escondites” (El País, jueves 20 de julio). Por supuesto, olvida citar el sinfín de “errores” en los objetivos finalmente destruidos tras el lanzamiento de misiles contra vehículos que huían de Beirut, sobre Mezquitas, hospitales o centrales eléctricas. La pregunta vuleve a asaltarnos. Se nos ocurren varias cosas: extender las protestas por todo Europa, crear un clima de oposición en la calle, endurecer el discurso y visibilizar el hecho de que estamos ante el verdadero “pueblo de dios”, el mismo que es capaz de rezar y matar, reir y torturar.

La llave de la solución del conflicto no está entre los palestinos. Para ellos parece no haber otro camino que el martirio o la rendición total. Según Israel, cualquier disidencia interna es sancionada duramente puesto que hace caer el dominó histórico que es la ocupación violenta de Palestina, es decir, su derecho a existir.

El nuevo discurso creado por los neocons estadounidenses acerca del derecho a la defensa por medio de la prevención y el ataque, ha sido suscrito íntegramente por Israel. Tanto es así que ha superado a su mentor. Poco importa si Hezbolá -que más que una milicia es un movimiento y de ahí gran parte de la dificultad por acabar con éste- es aniquilado físicamente. De lo que se trata es de conducir al país tradicionalmente enemigo al medievo, destruir su infraestructura, su supervivencia y extender por toda la zona una política exterior que en los hechos se ha mostrado como infinitamente cruel. El miedo es rentable, tanto hacia dentro de sus fronteras como fuera de éstas. El miedo logra los mayores resultados para la clase dirigente y para las empresas que lo que buscan a toda costa es seguridad económica y jurídica, toda vez que unifica a los suyos en torno a una causa común, a un proyecto histórico. No sólo supone influencia, sino también acatamiento. El miedo pervierte y demoniza al otro. Esta cartografía de la barbarie será dificil de superar, aunque se sospeche que lo peor está aún por llegar.

Mientras esto sucede, los niños de Israel escriben poemas de guerra en los misiles que posiblemente maten a otros niños como ellos, aunque en realidad Israel no sienta empatía alguna por sus vecinos, ni tan siquiera en los aspectos más simples de su vida cotidiana. Y las bombas caen haciendo un ruido ensordecedor (23 toneladas de explosivos sobre un solo edificio el 20 de julio) mientras el verano se echa encima y llena las playas de Israel. Resulta grotesca la imagen. Hace unas semanas varios palestinos eran asesinados desde el aire mientras descansaban placidamente en sus modestas playas. En cambio, Tel-Aviv puede dormir tranquilo, por ahora.

Fotos de la acción (formato pdf).

Cartel del la acción (en pdf)

Pierre Loeb

Colectivo de Trabajadores Culturales La Felguera-Comité Madrid