El asesinato de Alexis el día 6 de diciembre pasado nos hizo claro algo que ya se veía hace tiempo: la brutalidad e impunidad policiaca y la fuerza del mecanismo de la represión estatal. Por eso se decía, y todavía se dice, que el asesinato de Alexis fue la gota que desbordó el vaso.
El caso del asesinato de este joven se juntó con los asesinatos de decenas de jóvenes migrantes, fantasmas en el primer mundo que su único delito fue salir de sus países destruídos por las guerras, la explotación y la pobreza. El caso del asesinato de Alexis se juntó con muchos otros casos en donde la policía interviene como brazo protector del estado que no aparece más que para reprimir, oprimir y destruir. El caso del asesinato de Alexis se juntó con el desastre que las políticas corruptas y mentirosas traen y producen con la falta de empleo, la eliminación de los derechos laborales, la destrucción de la vida misma. El caso del asesinato de Alexis se juntó con las nubes negras que los jóvenes en este país ven en el horizonte de su vida. Y trajo la lluvia.
Gente que decidió festejar de manera diferente el año nuevo se juntó fuera de la cárcel central en Atenas el 31 de diciembre. Ahí, los presos, y sobre todo las presas, en su mayoría presas “comunes”, salieron a las ventanas de sus celdas, quemaron pañuelos y gritaron consignas contra la policía y por la libertad, mientras afuera la gente solidaria gritaba con ellas y así se festejó el cambio del año, dando el inicio a un año nuevo de solidaridad y de lucha por un mundo justo para todos y todas. Lo mismo pasó en varias ciudades del país.
Los últimos días de diciembre, después de superar el primer asombro, el poder decidió atacar otra vez. La represión en las marchas dejó como resultado más de 250 personas detenidas, de las cuales 65 están ya encarceladas. Una veintena va a ser procesada con la ley antiterrorista. También muchos de los migrantes que agarraron los días de los enfrentamientos fueron deportados a sus países. De ellos ni siquiera hay datos.
Además de este rostro de la represión, el día 22 de diciembre hubo un ataque muy diferente de los que ya estamos acostumbrados. Este día, Konstantina, una mujer, migrante de Bulgaria, sindicalista en su trabajo como limpiadora de edificios públicos recibió, después de meses con amenazas, un ataque sin antecedentes. Cuando regresaba a su casa esta noche, la atacaron dos hombres, la obligaron tragar ácido, y le metieron su cabeza en el mismo.
Konstantina es una de las mujeres más activas en su sindicato que lucha por los derechos en el sector de su trabajo, por mejores condiciones de trabajo y vida. Ahora Konstantina está en el hospital, ya perdió un ojo, su cara está desfigurada y todavía lucha por su vida que sigue en riesgo.
Desde entonces se armaron varias actividades de solidaridad con el fin de juntar dinero para apoyarla y también para difundir este ataque contra las mujeres que luchan por sus derechos y por su vida. Y es impresionante la cantidad de cosas que se realizan. Casi diario hay actos en muchas ciudades de Grecia, como ocupaciones de edificios públicos y de organismos laborales, marchas, declaraciones, pláticas y bazares callejeros. Una de las últimas y de las más organizadas fue una coordinación de los sindicatos de base que existen en Atenas (de trabajadores en librerías, de trabajadores motociclistas, de meseros etc) que convocaron a una marcha. Es la primera vez que esos sindicatos de base deciden hacer algo todos juntos y así la marcha se realizó con la participación de mucha gente.
En este ambiente de resistencia y represión (el uno siempre va con el otro), el día 5 de enero hubo un ataque armado contra unos policías antimotines en Eksarxia, el mismo barrio donde fue asesinado Alexis. El atentado que dejó un policía herido lo realizaron dos personas armadas con un Kalashnikov. Después de días una organización armada llamada Lucha Revolucionaria, que existe desde el 2002, sacó una declaración diciendo que fueron ellos los que atacaron a la policía como respuesta al asesinato de Alexis y a la represión policiaca. Su declaración se titulaba “a las balas contestamos con balas” e invitaba a la gente a la revolución armada.
Lo que siguió tampoco tiene antecedentes en la historia que los más jóvenes podemos recordar. Eksarxia fue cercado por la policía, se prohibió la salida y la entrada de los habitantes de sus casas y mientras tanto fuerzas armadas de la policía entraban en bares y casas sacando a la gente arrastrándola y pegándole. A sólo unas horas llevaron más de 60 personas a la sede central de la policía.
Para unos días después ya se había convocado a una marcha de estudiantes de secundaria y universidad, de maestros y de otros sectores y organizaciones políticas y sociales. La primera marcha después de las fiestas de navidad que se realizó el 9 de enero. En la marcha acudieron miles de personas y fue una marcha grande, pacífica y fuerte. La cantidad de antimotines en el centro de Atenas era impresionante. Decenas de grupos de policías guardaban casi cada esquina. No se tiraron ni piedras, menos molotov. Cuando se iba acabando la marcha la policía persiguió a los manifestantes tirando químicos. A un grupo de muchas personas lo persiguieron hasta una calle cercana y se vieron obligados a entrar en un edificio que encontraron su puerta abierta.
Mientras estaban ahí encerrados, sin salida alguna, la policía les tiraba químicos y gases lacrimógenos y los esperaba afuera para ser detenidos. Abogados y gente solidaria llegaron al lugar para ofrecer su ayuda y sacar a la gente del edificio. La policía no dejaba pasar ni acercarse más al lugar donde estaban los encerrados. Los abogados se pusieron en primera fila intentando pasar. También ahí estaban trabajadores de los medios de comunicación que sacaban videos y fotos de lo que estaba pasando. Los antimotines agarraron varios de los periodistas, a unos les quebraron sus cámaras, a otros les pegaron y los dejaron heridos y al final arrestaron a los 14 abogados que estaban ahí y los llevaron a la sede central de la policia.
El día siguiente trabajadores de los medios de comunicación y estudiantes de periodismo ocuparon la sede del sindicato “charro” de los trabajadores en los medios. La ocupación duró varios días y permitió a esa gente organizarse. Decidieron juntar el material gráfico que obtuvieron en diciembre y usarlo para la difusión de lo que está pasando de verdad. Al mismo tiempo juntan material que se puede usar a favor de los detenidos de diciembre que tienen acusaciones como resistencia contra el órden, carga de piedras y molotov y que en la mayoría de casos son falsas y con únicos testigos los policías que los arrestaron.
En una de las tantas marchas tres niños gitanos de 10 a 13 años andan por ahí. Caminan gritando a los policías cuando ven a dos chavitos que están cargando una pancarta de una escuela en los suburbios. Se nota que se conocen, cuando los ven corren hacia ellos y se abrazan y se rien todos juntos contando a saber qué cosas. Diciembre nos dió esperanza, los niños nos enseñaron a romper las barreras que nos imponen y la represión nos obliga a estar más cerca que nunca para no perdernos, aunque todavía no muy sabemos como.
El gobierno optó por lo que se llama tolerancia cero. Ya hace tres semanas, desde principios de enero, que la policía persigue a los manifestantes después de las marchas. Esa táctica se practicó primero en las manifestaciones que se hicieron en solidaridad con Palestina que demandaban la salida del ejército israeli de Gaza.
Luego, el sábado 24 de enero, se realizó en el centro de Atenas una marcha en solidaridad con los presos de la revuelta en diciembre pasado. La marcha fue convocada por diferentes colectivos anarquístas y antijerárquicos y se realizó con la participación de más de 3000 personas.
La marcha fue fuerte, con consignas y con mucha dinámica, y sin embargo completamente pacífica. Unos minutos después de pasar por el congreso del país, como a las 3.00 de la tarde, la marcha fue atacada por decenas de grupos de policías antimotines. Sin provocación ninguna por parte de los manifestantes, los grupos antimotines cercaron a la marcha, tiraron decenas de botellitas de químicos (lacrimógenos y también asfixiójenos) en las cabezas practicamente de la gente y atacaron a los manifestantes pegando con sus toletes y con sus piernas.
La cosa se veía desde antes. Pues habían cerrado el centro de Atenas desde hace bastante tiempo antes de que la marcha empezara y había grupos de antimotines en todas las esquinas y calles.
Mientras la gente no podía ni respirar por los químicos que nos tiraron, mientras no había salida ninguna para los manifestantes, los antimotines estaban por todos lados y sus químicos también, toda la manifestación fue atacada brutalmente. Hay gente con heridas en sus cabezas, piernas, en todo el cuerpo. En el pavimento había sangre. Gente había caído en el suelo, doblados sus cuerpos en dos por no poder respirar y los antimotines seguían pegando.
Parece que hubo arrestados pero todavía no sabemos quienes, como, cuando...
Mientras la gente se iba como podía de la calle en donde fue atacada los antimotines se retiraron de ahí y agarraron rumbo a Exarxia, el barrio donde fue asesinado Alexis. Ahí, en Exarxia, hubo enfrentamientos de los antimotines con gente que pudo resistir por un rato, echaron más químicos y acabaron ocupando al barrio entero con grupos de antimotines en todas las calles, esquinas y la plaza del barrio. Después de unas tres horas, como a las 6.00 de la tarde, se retiraron de ahí y se empezó a calmar la cosa.
El mensaje que el estado nos manda con su policía es que no salgamos a las calles. Esa es la cara de la democracia en el país que se dice ser la cuna de la democracia. Pero mientras más nos pegan más vamos a seguir en las calles, porque lo quieran o no lo quieran las calles son de nosotras.
La Haine